jueves, 6 de julio de 2017

EL tabaco y la piel




La piel nos habla de nuestra salud, si tiene un aspecto joven o envejecida, si ha sido dañada o cuidada. En fin, podemos leer la piel de una persona y darnos cuenta que tanto la cuida.

El tabaquismo no solo afecta la salud y predispone el organismo a padecer de cáncer, sino que además  provoca deshidratación de la piel, dejándola áspera, quebradiza e inflexible. Las células son poco oxigenadas lo cual hace que la piel adquiera una palidez cercana al amarillo grisáceo.

El tabaco hace que disminuyan los niveles de vitamina A, lo que produce cambios en la cantidad y calidad de colágeno y elastina. Las arrugas de un fumador son más estrechas, profundas y con contornos bien marcados. El envejecimiento prematuro de la piel en el rostro se puede observar notoriamente cuando hay presencia de arrugas, con dichas características y manchas. Un factor fundamental que colabora con el daño que le hacemos a la piel, es la exposición sin protección a los rayos ultravioletas, esto se potencia en combinación con el tabaco.

Dejar de fumar mejora notoriamente la piel a corto y largo plazo, relentece el envejecimiento cutáneo y retrasa la aparición de arrugas. Para mantener una piel sana y joven debes evitar o por lo menos cuidarte de ciertas causas externas como el sol, el estrés, el alcohol, las drogas, la contaminación y el tabaquismo.

Favorecerán a tu piel los buenos hábitos como alimentarte sanamente, tomar suficiente líquido, descansar bien por las noches, proteger tu piel de los rallos solares, limpiar la piel todas las noches y mantenerla hidratada, hacerte mensualmente una limpieza profunda con una cosmetóloga, realiza yoga 2 o 3 veces por semana y/o ejercicio físico , y evita el tabaco.



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